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miércoles, 25 de abril de 2012

EL PRECIO DE SER DISIDENTE





Ya lo decían en sus pancartas: “Contra el fascismo, acción directa”, una declaración que lo dice todo. No era la primera vez que pasaba. Desde hace varios años, cualquier acto público del partido legal “Plataforma per Catalunya” es acompañado de reducidos pero ruidosos grupos que de forma violenta y en concentraciones ilegales intentan provocar a los asistentes a dichos actos mediante insultos e improperios, acusándolos ante la opinión pública de…”fascistas” y “violentos” para poder pedir la ilegalización de un partido que crece diariamente entre los trabajadores catalanes. Las amenazas de muerte e intentos de agresión a representantes legítimos de dicho partido en Cataluña ya han dejado de ser anecdóticos, y todos pudimos ver a través de youtube como un inmigrante magrebí amenazaba con “arrancar la cabeza” a Josep Anglada a plena luz del día en la plaza mayor de Vic mientras grababa su spot electoral para las elecciones autonómicas, mientras se burlaba diciéndole “¿quién te va a defender?¿tu rey?, a mí mi rey si que me defiende, a ti el tuyo no”. La situación se ha ido agravando en los últimos meses, y todos pudimos ver como grupos de extrema izquierda junto a inmigrantes magrebíes reclamaban “acción directa” al más puro estilo “kale borroka” contra las familias participantes en el día del partido en Vic el pasado domingo y a la que los identitarios respondieron con alegría, ambiente festivo y familiar y sardanas, anticipandose a una agresión contenida tan solo por los cordones de la policía autonómica catalana, unas fuerzas de seguridad que no pudieron evitar, sin embargo, las provocaciones, insultos e intentos de agresión de un grupo de magrebíes ese mismo día contra Anglada y un grupo de sus seguidores.
Ayer volvió a saltar la noticia. Alrededor de  varios centenares de inmigrantes islámicos, jaleados convenientemente por algunos alborotadores de extrema izquierda persiguieron e intentaron agredir a Josep Anglada y a una de las concejales  de PxC a la que persiguieron por las calles vigatanas, una agresión que no pudo ser consumada solo por la intervención de las fuerzas policiales. No pudieron evitar, sin embargo, que rompieran las lunas del vehículo de Anglada, o que dichos agresores no permitieran la entrada de Anglada a su domicilio, donde amenazaron e insultaron a la mujer y familia del mismo.
Ante esta agresión, Joan Ballana, regidor de Convivencia y Seguridad del Consistorio y miembro de CIU, quien ha permitido estas concentraciones ilegales que se han producido los últimos días, ha quitado importancia al asunto y ha dicho que “no hay que darle más importancia de la que tiene”. Pero lo mejor ha venido del partido Iniciativa per Catalunya-EUiA (versión catalana del Partido Comunista/Izquierda Unida), en boca de uno de sus representantes, Gerardo Domínguez, conseller en Sarriá-Sant Gervasi, que ha afirmado en su twitter que lo que ha pasado “es el precio de ser fascista” y que “aún le ha salido barato”. Un claro aviso para todos los inconformistas que queden en este país.
Poco parece pesar, que Josep Anglada o la concejala Marta Riera sean ciudadanos autóctonos y representantes legítimos de un partido legal que cuenta con el apoyo de más de 70.000 catalanes, que jamás se ha definido como fascista, racista o xenófobo, y al que nadie puede acusar de ningún tipo de violencia, sean perseguidos por delincuentes, inmigrantes-no sabemos si legales o ilegales- y agitadores leninistas. Al parecer eso es algo normal para CIU, y deseable para ICV-EUiA. Ya se sabe, el precio de ser “fascista”. Y “fascista”, claro, es todo aquel que disiente  y cuestiona el fracasado sistema comunista-capitalista, todo aquel que es crítico con un sistema de partidos corruptos donde la especulación y el expolio desde las esferas de poder comienza a ser algo general y que lucha contra esta situación defendiendo al trabajador autóctono y los intereses de su comunidad popular.

Las agresiones, los insultos, las exclusiones, los robos, los engaños y las mentiras. Ese es el precio que estamos pagando todos los europeos autóctonos-voten al partido que voten- por parte de un sistema cada vez más violento y que deja pocos márgenes de libertad y crítica. Lo de Vic solo es un anticipo.